STOP.
He corrido a mil kilómetros por hora en la autopista de mi vida. He recorrido mares con mareas mareosas y cielos con mil soles y mil lunas vigilándome. He pisado mierdas con el pie derecho y luego con el izquierdo, pero no dan suerte… está comprobado. He soplado dientes de tigre en cada prado pidiendo estúpidos deseos inalcanzables y he buscado tréboles de cuatro hojas con el fin de que se cumpla mi sueño. He corrido tan rápido por el mundo buscando algo, buscando alguien. La pena es que hay veces que corremos tan deprisa, aumentamos la velocidad de nuestro transporte el cuerpo por la autopista de mi vida que no nos damos cuenta de que estamos a punto de atropellar a lo que andábamos buscando desde hacía miles de lunas, y justo cuando estas a punto de chocar, caer y destrozar tu vida por completo le das al stop y todo se detiene. Escasos centímetros salvan lo que yo buscaba de mi cuerpo, y sonrío al pensar que no he acabado con ello, que no he acabado contigo. Entonces pasan como dos eternidades así mirándose y sintiendo esa extraña sensación en el cuerpo, sintiendo como si viajaras a mil kilómetros por hora aún que no nos movemos, luego son 3 fugaces segundos los que tardamos en besarnos, sentirnos y dárnoslo todo. Y cuando ya se cansa, cuando tu mayor objetivo tiene todo de ti, cuando te das cuenta que lo que tu buscabas verdaderamente solo trataba de huir de ti, entonces vuelvo a subir la velocidad a más de mil kilómetros por hora, intento alcanzar esa sensación que experimentaba con él a través de la adrenalina de la velocidad y, cuando este tan tremendamente obsesionada por alcanzar esa sensación de nuevo olvidare cual fue tu nombre, olvidare lo que fuiste y lo que sentí y, sólo entonces, volveré a acelerar para encontrar lo que busco y no pararé hasta chocarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario