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sábado, 25 de junio de 2011

Ahí está ella, caminando sin destino. La veo cruzar inconscientemente hasta llegar a mitad de la carretera. Se detiene, siguiendo sólo el sonido del tictac de su reloj, y cae al frío suelo de grava que tenia a los pies. Se estremece a su frío tacto, se estremece al saber que la separa de una gran montaña de tierra una fina capa de grava.
Tierra, arena, barro, hierba, flores y mariposas, polvo, raíces, árboles, arbustos, ramas y malas hierbas, piedras, insectos, pinchos, fango y bichos. Eso es la vida.
Ella vuelve a estremecerse y se tumba inconscientemente en el frío suelo de grava con un fuerte golpe. Mira al cielo, ese precioso cielo de la noche… ¿pero qué dice? ¿Precioso? Entorna los ojos hasta llegar a pasar por una china, mueve la cabeza de un lado a otro intentando lo imposible, se retuerce y estremece. ¿Dónde fueron las estrellas? ¿Dónde desapareció la luna?
Se recuesta en su lado derecho y mira la farola que hay colgada de una alta finca. La mira irradiando agonía. Ve la finca donde, por una ventana, puede ver el reflejo de una televisión y tontas personas riendo por su contenido.
Grava, cimientos, ladrillos, azulejos y metal, luces, cables, electricidad y gas, bombillas, grifos, mármol y materialidad. Eso es la destrucción.
Tú, yo, él… ella es la tierra, cada extremidad es una raíz que la une a su país. Vuela, libre como las mariposas cuando el árbol se hace grande y vive lejos de nube en nube como los pájaros. Baja y coge ramas para sus nidos y cría hijos en cada arbusto que ve a lo lejos. Come cada bicho e insecto que ve en el barro. Se revuelca por el polvo sin preocuparse de mancharse. Se lava sin miedo en el estanque del parque y juguetea de pez en pez como loca. Arranca las malas hierbas y saca las buenas. Soporta vientos y lluvias. Espera el sol. Es libre y ríe mientras es feliz. Eso, eso es la vida.
Y ahí la tenemos a ella, un pedacito de la poca vida que queda en el mundo echada sobre un campo de hormigón y grava que le consume el calor y la vida de forma cruel y fría. Ahí está ella, esperando a que un manto de grava y fuerte electricidad la lleve con la tierra, la vida y sus maravillas. Y así de tontos somos nosotros que cuando vemos un pedacito de vida lo arrancamos y convertimos en material, nos autodestruimos por querer llegar a más.
Ambición  y egoísmo, consumistas de la vida y la humanidad. Un árbol marchito al que le arrancamos las flores llenas de dolor.

Eso es a lo que llamamos vida. 

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