F__CIDAD.
Lo único que me falta es ÉL.
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domingo, 26 de junio de 2011

Claro, como no darse cuenta. No todos los que dicen ser amigos lo son.
sábado, 25 de junio de 2011
STOP.

Elecciones.

Nos separan escasos metros pero ninguno de los dos es suficiente valiente como para acercarse primero. Los dos sabemos que queremos, los dos sentimos que lo necesitamos pero los músculos de nuestros cuerpos se han tensado y paralizado, no nos dejan avanzar. Quiero alargar el brazo y poder acariciarte, poder notarte y así entender que no eres un sueño. Necesito abrazarme a ti y sentir cada uno de tus besos, notar ese calor que tanto me gusta y esas manos aferradas a mi cuerpo.
Te necesito a ti.
Basta de preguntas, adiós a las distinciones entre el bien y el mal. Basta de respuestas sin sentido, adiós a las dudas, negaciones o afirmaciones. Que no hay respuesta lógica a un sentimiento sincero. No hay palabras que basten para aclarar el emborronamiento más grande. ¿Por qué preguntamos? ¿Por qué dudamos? Calla, deja de preguntar ya. Ahora sólo cierra los ojos. ¿Notas mi respiración junto a la tuya? ¿Notas los escasos metros que nos separan? Ahora, haz lo que sientes y no pienses.
¿Love?

Él quiere, yo quiero.
Cuando te ves sumergida en el pozo de los recuerdos y nadie te tira un grande cubo para que subas a la superficie, cuando lo único que cabe en tu corazón es el amor más grande, cuando poco a poco ves como todo lo que tenías se desvanece... Cuando te quedas a solas con ese pozo de recuerdos y tienes que ver una y otra vez las mil aventuras ya vividas, las miles de personas que han pasado por tu vida y todos esos sentimientos que entregaste inocentemente. Ahí, es cuando todo está perdido.
Ahí está ella, caminando sin destino. La veo cruzar inconscientemente hasta llegar a mitad de la carretera. Se detiene, siguiendo sólo el sonido del tictac de su reloj, y cae al frío suelo de grava que tenia a los pies. Se estremece a su frío tacto, se estremece al saber que la separa de una gran montaña de tierra una fina capa de grava.
Tierra, arena, barro, hierba, flores y mariposas, polvo, raíces, árboles, arbustos, ramas y malas hierbas, piedras, insectos, pinchos, fango y bichos. Eso es la vida.
Ella vuelve a estremecerse y se tumba inconscientemente en el frío suelo de grava con un fuerte golpe. Mira al cielo, ese precioso cielo de la noche… ¿pero qué dice? ¿Precioso? Entorna los ojos hasta llegar a pasar por una china, mueve la cabeza de un lado a otro intentando lo imposible, se retuerce y estremece. ¿Dónde fueron las estrellas? ¿Dónde desapareció la luna?
Se recuesta en su lado derecho y mira la farola que hay colgada de una alta finca. La mira irradiando agonía. Ve la finca donde, por una ventana, puede ver el reflejo de una televisión y tontas personas riendo por su contenido.

Tú, yo, él… ella es la tierra, cada extremidad es una raíz que la une a su país. Vuela, libre como las mariposas cuando el árbol se hace grande y vive lejos de nube en nube como los pájaros. Baja y coge ramas para sus nidos y cría hijos en cada arbusto que ve a lo lejos. Come cada bicho e insecto que ve en el barro. Se revuelca por el polvo sin preocuparse de mancharse. Se lava sin miedo en el estanque del parque y juguetea de pez en pez como loca. Arranca las malas hierbas y saca las buenas. Soporta vientos y lluvias. Espera el sol. Es libre y ríe mientras es feliz. Eso, eso es la vida.
Y ahí la tenemos a ella, un pedacito de la poca vida que queda en el mundo echada sobre un campo de hormigón y grava que le consume el calor y la vida de forma cruel y fría. Ahí está ella, esperando a que un manto de grava y fuerte electricidad la lleve con la tierra, la vida y sus maravillas. Y así de tontos somos nosotros que cuando vemos un pedacito de vida lo arrancamos y convertimos en material, nos autodestruimos por querer llegar a más.
Ambición y egoísmo, consumistas de la vida y la humanidad. Un árbol marchito al que le arrancamos las flores llenas de dolor.
Eso es a lo que llamamos vida.
Un sentimiento de horror se apodera de ella cada vez, que con una sonrisa, entrega al mundo lo que mejor sabe hacer y el mundo se lo tira a la cara despreciando, riendo y burlándose de cada mísero movimiento que reproduce su cuerpo. Ella ya no puede más, se va debilitando cada vez que ve como pasa y ríen de ella, de sus sentimientos, y van dañando su pequeño corazón.
“¿Por qué todos me superan?” Se pregunta ella.
“Y qué valor tiene saber hacer bien matemáticas, francés, inglés, valenciano y las mil lenguas del mundo. Y qué valor tiene ser buena en todo, en lo difícil y lo fácil, si en nada, nada, nada destaco.” Se lamenta ella.
Mil y una lágrimas derrama ella mientras ve que le arrebatan el sueño, cuando se da cuenta de por más que haga nunca destacara en nada. Ella quiere que se la trague el mundo y
desaparecer.
“Prefiero no vivir que vivir entre sueños.” Y ella no despertó, jamás.
Siento como cae una pequeña lágrima que recorre mi mejilla cariñosamente. No pretende hacer daño ni tampoco molestar, sólo pretende caer y desaparecer. Cuando juguetea por la punta de mi barbilla, oscilando curiosamente, la cojo y no la dejo escapar. La miro incrédula, parece una perla, un diamante precioso que brilla como las estrellas. No puedo dejarla caer, ni mucho menos desaparecer. Pienso entonces porque esta pequeña, tan insignificante e indefensa, lágrima causa tanto dolor al caer si acaricia tan dulcemente el rostro, porque asociamos el desconsuelo más intenso en unas lágrimas y un terrible sollozo. La miro, es un diamante, un precioso diamante de puro dolor. Grito, sollozo y se me corta la respiración. ¿Qué va mal? Todo parece perfecto. Miro alrededor, no hay nada. Otra lágrima cae lentamente por mi mejilla. Me tumbo. La noto, cosquilleante, caer por mi nariz y posarse en la punta jugueteando y haciéndome reír. La cojo cuidadosamente y le digo, lentamente, eres tú la que me escucha y hace desaparecer el dolor, la que me entiende, la que me hace reír, la que siempre esta cuando nadie quiere estar.
Eres tú, pequeña lágrima, la que nunca desaparecerá en los peores momentos y, la que en los buenos, se alegrará de mi felicidad.
Sentada como de costumbre, con una pierna encima de la otra. A oscuras en mi conocida habitación con un cigarro entre las manos. Bebo el aire que me rodea como si de una droga se tratase. Miro a mi alrededor y, a penumbras, veo los tantos cuadros que me rodean que están huecos y vacíos. Uno tiene estampado de tigre, tiene el tamaño perfecto para cogerlo entre dos manos y la ligereza adecuada para llevarlo a cualquier parte. En su interior no hay imágenes, ni fotos de dos amigas abrazándose ni de dos novios besándose. Simplemente se ve el marrón enfermizo de cartón que tienen todos los cuadros vacíos. Tenía una imagen, oh, por supuesto que la tenía. La tiré. ¿Quien en su sano juicio querría tener una imagen carente de sentimiento y valor en un cuadro tan bonito? Sí, puede que para muchos la amistad o el amor sea tener una foto bonita y divertida en un cuadro original y con estilo, pero para mi la amistad es el sentimiento que refleja. Y por eso estoy en esta habitación oscura, rodeada de cuadros vacíos libres para ser llenados por grandes personas, por gente con sentimiento. Por eso tengo un cigarrillo entre las manos y estoy escuchando canciones animadas, con ritmo y gracia. Para poder encontrar algo emocionante que no sea caras de falsos amigos sonriendo a una habitación que no les importa ni lo más mínimo.
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