Hueca, vacía, olvidada, aburrida. Así te sientes con la monotonía de la vida, cansada de día a día hacer y esperar lo mismo de las personas y entonces llega. Llega esa persona que te dice: hola, disfruta. Y ahí estas tu con el miedo de dejarte llevar o no, con la adrenalina casi tocando las nubes que provoca ese deseo de querer besarle, abrazarle y no soltarle nunca.
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